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Comenzó el juicio del “Chapo” Guzmán

Uno de los narcotraficantes más famosos del mundo, acusado de traficar más de 155 toneladas de cocaína a Estados Unidos, además de múltiples toneladas de heroína, metanfetaminas y marihuana a lo largo de 25 años, se sienta a partir de este lunes en el banquillo de los acusados.

Tenerlo ahí fue una tarea casi imposible. Joaquín el “Chapo” Guzmán se hizo célebre por ser el capo más escurridizo de todos. Se escapó varias veces de prisión en espectaculares fugas hasta enero de 2017, cuando después de haber sido capturado, el gobierno decidió enviarlo a Estados Unidos, donde enfrenta 11 cargos por narcotráfico. Está encerrado en la prisión de alta seguridad de Metropolitan Correctional Center, en Nueva York.

El despliegue de seguridad es grande, pues las autoridades temen que use sicarios para secuestrar y asesinar a quienes se atrevan a hablar en su contra. Sus abogados rechazan que su cliente represente una amenaza para testigos o jurado debido a las extremas medidas de seguridad con las que se le mantiene, en una celda en aislamiento, lo que según uno de ellos, Eduardo Balarezo, hace imposible que pueda tener contacto con sus socios del narcotráfico.

La prisión más segura de EE. UU.
Guzmán, de 61 años, está en el ala más segura del Metropolitan Correctional Center en Manhattan, una de las prisiones más seguras del país, donde es mantenido 23 horas en una celda de 18 metros cuadrados en la que nunca se apaga la luz, con una pequeña ventana opaca que no le permite ver el exterior.

Tampoco tiene contacto con otros presos, ni con su esposa, y no sale al patio debido a su historial tras haberse fugado en dos ocasiones de cárceles de máxima seguridad en México, la última de ellas a través de un túnel al que accedió desde su celda.

Sólo se le permite una hora para ejercitarse y una llamada mensual de 15 minutos a su madre y hermana que es escuchada por las autoridades. También cuenta con una Biblia y un diccionario de inglés a español.

A sus abogados tampoco se les permite tener contacto físico con su cliente, lo que alegan ha sido un obstáculo para preparar su defensa, y ni siquiera a sus hijas de siete años que le han visitado, ya que todo ocurre en una habitación con una pared de vidrio, desde la cual Guzmán sólo puede mantener una conversación.

Sus traslados a la corte federal de Brooklyn, donde se lleva el proceso en su contra para audiencias previas al juicio, han sido un dolor de cabeza para los neoyorquinos que utilizan el puente de Brooklyn, cerca de la cárcel donde “El Chapo” espera su juicio, ya que se cierra mientras dura el recorrido del convoy de coches y policías fuertemente armados, lo que genera problemas en el tráfico.

Además, la comitiva del traslado siempre es vigilada desde un helicóptero policial. Esas medidas se repetirán ahora dos veces al día, y en horas punta, mientras dure el juicio, que podría extenderse hasta 3 o 4 meses.

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