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Santa Marta

Los venezolanos y la economía subterránea

Foto/ El Informador

Las monedas son pedazos de metal que se convierten en oro y plata para comprar comida para muchos de sus familiares en Venezuela. Algunos subsisten en Santa Marta con lo mínimo, lo que sirva para pagar una pieza. Otros por su parte trabajan como obreros, meseros y en grupos hasta de 8 personas pagan arriendos en casa o pensiones.

Pero una porción por el contrario, abundan en las esquinas del Centro Histórico de Santa Marta, acrecentando el alto número de mujeres que se dedican a la prostitución.

La situación de los ciudadanos venezolanos que a diario llegan a Santa Marta se complica más. La crisis económica y social que vive el vecino país de Venezuela la obligado a miles de ciudadanos de ese país a migrar a naciones vecinas como Colombia estableciéndose en ciudades cercanas a la frontera como Santa Marta. Aquí llegan e ingresan al ‘ejército’ de desempleados que se dedican al cualquier oficio que les aparece para poder subsistir.

Desde hace maese varias instituciones, entidades y asociaciones como la Red de Mujeres del Magdalena se habla de una ‘economía subterránea’ en la que están implicadas prostitutas que son provenientes de ese país.

LOS VENEZOLANOS

Para conocer la situación desde la el fondo SANTA MARTA AL DÍA fue hasta los semáforos, estaderos y hasta la esquina de la calle 13 con carrera  Primera en el Centro Histórico de Santa Marta, donde se entrevistó con vendedores de limones, mandarinas, y dulces en los semáforos; trabajadores de estaderos, obreros y hasta prostitutas.

En los semáforos de la calle 22 con carrera 11, la carrera 19 con Avenida del Libertador, entre otros son los preferidos por los venezolanos con las ventas de limones, mandarinas y dulces para el ‘rebusque’.

Darío Alzate, como se identificó uno de los jóvenes vendedores de dulces en calle 22 con carrera 11, muy cerca de una funeraria, una bomba de gasolina y un cerro que ya no existe, segura que ya completa un año en Santa Marta, irónicamente llegó a la ciudad un día después de su cumpleaños número 18.

“Yo estoy aquí desde enero de 2016, cuando tenía 18, navidad y el cumpleaños que fue el 7 de enero me tocó pasarlo aquí, camellando, mandando plata para Venezuela y pagando 10 mil pesos diarios en una pieza en el Centro”, dijo.

Asegura que se hace hasta 30 mil pesos diarios en dulce, que le alcanza para la pieza, desayunar y cenar, o almorzar y cenar; y le quedan de 5 a 10 mil pesos para ir guardando y cada semana enviar a su madre al menos 60 mil pesos que sirvan para “llevarla” en Venezuela.

Asegura que han sido “días difíciles, trabajando y trabajando”, aún no le ha tocado robar, pero cuando tenga hambre lo hará.

En un estadero ubicado en La Concepción, Localidad 1 de Santa Marta, trabajan como meceros, Luis Mario y Ana Luz, quienes sin apellido ni más datos para proteger su identidad, trabajan desde el mes de julio de 2016.

Ana Luz tiene 24 años, es estudiante de sétimo semestre de Administración de Empresas, en una universidad que no existe, “cerraron la universidad, allá no hay oportunidades. Nos vinimos a Santa Marta porque es muy recomendada, nos decían que era una ciudad chévere, acogedora y su gente nos ha tratado muy bien. En ningún momento nos han pedido papeles”.

Luis Mario, tiene 29 años y vive en un apartamento en la Avenida del Río, sector cercano a Las Malvinas, con Ana Luz y otros 6 compatriotas, quienes trabajan como obreros, otros como meceros en otros estaderos. Asegura que sin su mujer e hijos, los cuales recuerda y ve en fotos que Gladis le envía por whatsapp, porque estos se encuentran en Bogotá, le ha tocado pasar la más dura situación: “me gano el mínimo aquí. Pero me toca pagar 100 mil pesos para el apartamento 50 mil pesos para la comida y mandar 200 mil pesos a Bogotá y 100 mil a mis padres en Venezuela”.

Asegura que a pesar de lo difícil de su situación están mejor que en Venezuela, “sin oportunidades ni empleo, esperamos que cambie”.

Todos los mencionados hacen parte del grupo de  migrantes considerados irregulares, es decir que ingresaron al país sin ‘sellar sus papeles’, en este caso su cédula, y, consecuentemente, permanecen en la ciudad sin haberse registrado en la oficina de Migración Colombia.

‘ECONOMÍA SUBTERRÁNEA’

Denuncias y más denuncias se han registrado por parte de las autoridades de venezolanos delinquiendo, de muchos que se dedican al microtáfico, pero el fenómeno más común es el de la prostitución, que en calles como las del Centro Histórico se evidencian.

Laura de 19 años, como se identificó, se dedica a la prostitución. Cualquiera que la mira fijamente, notará quizás que es una de las más hermosas mujeres, tez morena, ojoso claros, pelo largo hasta la cintura, liso y amonado una sonrisa girante y para muchos cautivador como los atardeceres.

Esta dama se levanta a las 9:12 de la mañana a empezar un nuevo y difícil día. El de ayer culminó a las 2:30 de la madrugada. Después que desayuna se pone su ropa más provocativa, shorts de jeans, blusa rosada, de las que muestran el ombligo, sandalias y un peinado llamativo.

 

Laura se pone de pie en un espacio de la esquina que dejan otras mujeres para el ‘rebusque’ en la esquina del Banco de la República, en la calle 13, frente a la Calle Primera.

“Yo no estudié, no hay oportunidades, no tengo dinero para pagar tampoco un buen lugar donde vivir, en Venezuela hacía lo que hago aquí. Dicen que somos lindas y eso hay que aprovecharlo”, aseguró la mujer que para subsistir tiene que al menos ganarse 50 mil pesos diarios, para que le quede para el almuerzo y la cena, pagar la pieza y guardar para a fin de mes mandar a Venezuela, donde sus dos hermanas y madres aún pasan necesidades.

Las autoridades advierten que este fenómeno de las trabajadoras sexuales venezolanas crece y se hará más difícil controlar sin un censo.

“En cuanto de las económicas subterráneas es necesario saber cuánto ha aumentado la población de trabajadoras sexuales en Santa Marta y cuánta de esa población es flotante, desde dos dimensiones la primera el fenómeno trasnacional. Está claro que está pasando en Santa Marta, pues los vendedores de mandarina, son venezolanos y la mitad de limpiadores de carros que han aumentado exponencialmente son jóvenes venezolanos y las nuevas prostitutas son venezolanas”, precisó Norma Vera Salazar.

En ese sentido, esta defensora de las mujeres exige que se revise el fenómeno migratorio, pues considera que esto no es un asunto nuevo para la ciudad.

DELINCUENCIA

En lo que va del año en la base de datos de la institución se indica que 182 venezolanos han sido capturados por diferentes delitos. De esta cifra, unos se encuentran pagando condena en la cárcel distrital ‘Rodrigo de Bastidas’, mientras que otros siguen gozando de la libertad y realizando sus fechorías.

Los delitos con más incidencia son el hurto a personas, alteración del orden público, tráfico, fabricación y porte de estupefacientes, y lesiones personales, según la Policía.

 

 

 

Foto/ El Informador

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