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Opinión

Tu peor pesadilla

Por: Yuraimi Fernández Juvinao- Pluma Azul

Acá estoy, frente al maldito que acabó con la vida de la persona que más amaba. No era momento de debilidad, no era esto, pero él tiene que pagar. Él me mira con terror, ahora es él quien siente miedo, empieza a rogar por su vida y recuerdo como yo le rogaba que no matara a Demian, él no tuvo piedad… le arrebató la vida a mi amor. Le doy un fuerte golpe en su mejilla, él hace una mueca en muestra de dolor.

-Tengo familia, por favor… no lo hagas – ruega.

Tengo un nudo en la garganta, seguramente a Demian no le gustaría verme en estas, pero necesito vengarme. Busco la navaja sin apartar el arma de él, cuando la hallo, tomo la cuerda y empiezo a amarrar a este desgraciado. Ya habían pasado 2 años desde la muerte de Demian, dos años en los que en cada maldito segundo se me va un poco de mi alma, dos años que dediqué a buscar a este imbécil. Dos años en los que planeé todo.

  • ¿Tienes idea de cuánto nos costó estar juntos? – le pregunto con ira, mientras me siento en sus piernas dándole la cara.

Paso la navaja suavemente por su rostro, él está inmóvil; presiono en su mejilla, la sangre empieza a salir, escucho el quejido del hombre.

  • No, no lo sabes ¿verdad? teníamos una vida juntos, éramos el uno para el otro, mi alma gemela – digo con dolor – pero esa noche querías aprovecharte de mí, querías violar. ¿Sabes? puedes ir preso por eso – le digo con ironía – pero lástima que has caído en mis garras, vamos a divertirnos un rato – digo y me levanto. En sus ojos hay terror.

Pongo algo de música, empiezo a mover mi cuerpo; me quito la blusa y quedo en sujetador. Me acerco de nuevo.

  • ¿Esto es lo que querías? ¿por eso lo mataste? – le pregunto tratando de sonar tranquila, pero mi mirada refleja la ira y el dolor que tengo.
  • Lo la… lamento, perdón, perdóname – dice con nervios.

Le quito su pantalón y el bóxer, él se mueve incómodo.

  • Ay, ¿qué pasa? ¿no quieres jugar?, ¿no es lo que buscabas aquella noche? – le pregunto sonando triste.

Paso mi navaja por su pene que para nada está despierto. Imágenes de aquella noche invaden mi mente. Me duele el corazón, Demian había peleado con él para que no me tocara, recordé la risa siniestra de este hombre apuntando a Demian, recordé cuando le rogué que lo dejara, recordé cuando el cuerpo de mi amor cayó, recordé el vacío que sentí. Mis ojos se llenan de lágrimas, no las dejo salir, con fuerza empiezo a cortar su pene.

  • Todo por esto – escupo con ira.

El hombre grita, grita tanto que cualquiera en circunstancias normales podría escuchar, pero por la música y lo alejados que estamos sé que nadie lo va a rescatar. Tengo sangre en todo mi cuerpo, en una de mis manos se encuentra el diminuto pene, abro su boca y lo introduzco ahí. Tomo cinta y tapo su boca; busco mi blusa y la vuelvo a poner en mi cuerpo.

  • ¿Sabes Jhony? – le pregunto, él está llorando – aquella noche estábamos celebrando, le había dado la noticia que iba a ser papá. Estábamos bien, hasta que decidiste aparecer, ¿por qué? ¿recuerdas los golpes que me diste esa noche? sí, yo sí recuerdo perfectamente, gracias a ti perdí a mi bebé. Me dejaste sin nada, todo por querer meter tu pene en cualquier vagina. Siempre he pensado que ustedes no merecen la cárcel, merecen morir. Merecen que les hagan lo mismo – digo.

Cerca se encontraba un palo, lo agarro mientras dejo de lado la navaja. Le doy un fuerte golpe en las piernas, la ira y el dolor me inunda, quiero partirle las piernas, un golpe seguido de otro, y otro. El imbécil no tiene salida.

  • Me pregunto la razón por la que lo mataste, aún recuerdo tu rostro divertido. ¿No dices que tienes familia? ¿qué clase de porquería hace eso?, ni la mierda flotando es tan asquerosa como tú. Jhony, querido Jhony, mírame bien, porque seré lo último que veas – digo.

Saco mi arma y apunto a su pie derecho, disparo. La escoria se cae de la silla hacia atrás. Lágrimas y lágrimas salen de él. Me acerco y le sonrío.

  • Tranquilo, yo te ayudo a levantar – le digo sonando inocente.

Veo el pavor en su mirada, ese mismo que yo tenía aquella noche, pero él no tuvo compasión. Levanto la silla y con esta él. Traje un bisturí, lo saco de mi pantalón. Él abre sus ojos con espanto, tanto que podía jurar que se le iban a salir y empieza a removerse en la silla. Me vuelvo a sentar encima suyo, mi pantalón se llena de sangre.

  • Quiero dibujarte algo – digo divertida. En su mejilla empiezo a escribir con el bisturí, “ASESINO”. En la otra escribo, “VIOLADOR”. Jhony se desmaya, que ni crea que va a estar así. Agarro mi bolso y saco una botella de alcohol, se lo pongo en la nariz y empieza a recobrar la conciencia.

-No creas que vas a estar sin sentir – le digo – tienes una linda niña de 8 años, ha crecido sana, lástima que no pueda decir lo mismo de su madre, demasiado daño le has hecho, eh… – digo – he visto como la golpeas y la violas. Tanto es el miedo que tiene de ti que sigue a tu lado, ¿sabes, querido Jhony? Demian y yo íbamos a hacer algo por esas mujeres, esto no era lo que tenía en mente, pero será suficiente. Una persona como tú, si es acaso que puedes ser llamado persona, no debe estar en este mundo. La mierda hay que sacarla. Me encargaré de ti, tranquilo, y de tus dos mujeres – digo.

Jhony empieza a negar con la cabeza, asustado.

Tomo un bate, y empiezo a golpear su cuerpo con él, lo voy a matar. Está bien. Es la último que puedo hacer por mis dos amados, por mi dolor, por el mundo. Al ver vuelto nada su cuerpo, con el mismo bate me encargo de destrozar su cabeza, esta se abre y un líquido junto a más sangre empieza a salir. Está muerto. Agarro mi arma y disparo en su frente, en su pecho y en su maldito lugar sin pene.

Ya está, acabó. Me tiro al suelo y empiezo a llorar. Mi corazón se quiere salir, mi alma está destrozada. Es hora de encontrarme con mi amor. La última bala, me siento en un rincón, con la foto de mi Demian, con el ultrasonido de mi bebé… las lágrimas no dejan de salir. Está bien… ya todo acabó. Apunto a mi cabeza y disparo.

(Mientras tanto en la casa de Jhony).

María entra corriendo a su habitación, quiere jugar con las muñecas, yo solo deseo que Jhony no esté acá, aún me duelen las costillas de los golpes que me dio. Camino hacia la sala, en la mesita hay una maleta y una carta. ¿Qué es eso? María baja corriendo, me muestra una muñeca súper costosa.

  • Mira mami, regalo del niño Dios – dice alegre.

Todo es tan raro, ella sube de nuevo a su habitación. ¿Habrá sido Jhony? agarro la carta, la abro. Esta no es la letra de Jhony.

“Hola Martha, mucho gusto soy Lucinda. No me conoces, pero tu esposo sí, él se encargó de matar a mi esposo. Acabaré con su vida, en la maleta te dejo todo el dinero que tengo, ya no podré hacer nada con ello, pues cuando acabe con la vida de él, me marcharé de este mundo a encontrarme con mi amor. Sé todo lo que te ha hecho, los estuve observando, espera que llegue la policía, ya di aviso a ellos también, quema esta carta después de leerla y esconde el dinero por lo menos por un mes, disfruta tu vida, cuida de tu hija. Por favor si quieres entrar en otra relación no permitas que nadie te lastime. No voy a pedir disculpas por como vas a encontrar a tu esposo, personas como él deben desaparecer, cuídate. Sé feliz. L. “.

Me tapo la boca, mis manos tiemblan, abro la maleta, hay demasiados billetes, está completamente llena. Lo cierro inmediatamente. Voy a la cocina y quemo la carta, corro y oculto la maleta, subo a la habitación de María y la abrazo, unas lágrimas se escapan de mi rostro.

  • Todo va a estar bien – le digo en voz baja.

Gracias, Lucinda.


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